domingo, 25 de noviembre de 2007

Erecciones inevitables.

Llegando a la escuela. Comprando juguitos en el quiosko de enfrente. Esperando a la entrada. La pareja hot de siempre chapando al lado tuyo.

Llegás, dejás la mochila arriba del banco, tirás la campera por ahí y te dirigís a la puerta del aula esperando al profesor ortivo de turno que nos mande para adentro. "Chicos, al aula. Siéntense o le digo al preceptor". Luego de aquella frase, todo empieza. Comienzan a hacerse sentir la inevitable dureza. Se desempolvan las camperas para taparse aquellos gigantescos bultos. Me siento cómodamente para disfrutar del rutinario espectáculo. Chicas tiradas en el piso. Polleras acuadrillé verde de 20 centímetros meneándose al rito de "Las Divinas". Las hermosas criaturas de Dios que tantas satisfacciones nos han dado: Las colegialas.

Como siempre Flor, con las piernas estiradas en el pupitre, hace relucir su bellísima lencería blanca bajo las miradas de todos los chicos [a.k.a pajeros del orto]. Todo se tiñe de un hermoso color verde con pequeñas rayas grises. Las chombas levantadas hasta encima del ombligo, conviriendo así las horas de clase en una pseudo-película porno.

¿Hasta que punto puede llegar la tolerancia masculina con respecto a tal hermoso espectáculo?

Definitivamente no muy lejos. Hasta me atrevería a decir que dura hasta el tedioso: "Chicos, levántense para saludar al profesor". Luego de eso, todo se torna de un brumoso color gris teórico de absurdas frases como "Saquen la carpeta" o "Dame el celular".

2 comentarios:

Westmoreland dijo...

Juazzz! Como estás con las colegialas jodio! "Sos re-pajero!" xDD! :P

And, I Ward! dijo...

Puf, cuantas pajas no me hice en clase de educación física! xD